En la octava de Navidad, la
Iglesia celebra a los niños inocentes que murieron por Cristo, su gloria será
eterna. Las madres padecieron por un tiempo, ahora comparten el triunfo.
San Mateo afirma que en ese día
se cumplió lo que había avisado el profeta Jeremías: “Un grito se oye en Ramá
(cerca de Belén), es Raquel (la esposa de Israel) que llora a sus hijos, y no
se quiere consolar, porque ya no existen” (Jer. 31, 15).
En nuestro tiempo continúa la
masacre de inocentes. Millones son masacrados por el aborto, millones más mueren
abandonados al hambre.
cada 28 de diciembre, el movimiento provida español recuerda a los santos inocentes del aborto.
Más de un millón y medio de bebés han sido cruelmente eliminados desde 1985 en España. Solo en el último año, el número de abortos se ha disparado hasta las 118.359 víctimas, un 4,7 por ciento más que el año anterior.
Gracias a la Ley Aído, España se ha convertido en el paraíso del aborto. Con cinco millones de parados y cientos de miles de empresas que echan el cierre por la crisis, el único negocio que crece en España es el del aborto.
Los santos Inocentes,
pobres como Cristo pobre
De
este modo son la imagen de la pobreza más extrema. No poseen más riqueza que su
vida. Y ésta también se les quita, sin que ellos opongan resistencia. Ellos
rodean el pesebre para indicarnos cuál es la mirra que hemos de ofrecer al Niño
Dios: quien quiera pertenecerle totalmente tiene que entregarse a él sin
reservas y abandonarse a la voluntad divina como esos niños.
Santa Teresa Benedicta de la Cruz (Edith
Stein)
Carmelita descalza y mártir; es copatrona
de Europa (1841-1942)
BIENAVENTURADOS LOS QUE TRABAJAN POR LA PAZ
…El camino para la realización del bien común y de la paz pasa ante todo por el respeto de la vida humana, considerada en sus múltiples aspectos, desde su concepción, en su desarrollo y hasta su fin natural. Auténticos trabajadores por la paz son, entonces, los que aman, defienden y promueven la vida humana en todas sus dimensiones: personal, comunitaria y transcendente. La vida en plenitud es el culmen de la paz. Quien quiere la paz no puede tolerar atentados y delitos contra la vida.
Quienes no aprecian suficientemente el valor de la vida humana y, en consecuencia, sostienen por ejemplo la liberación del aborto, tal vez no se dan cuenta que, de este modo, proponen la búsqueda de una paz ilusoria. La huida de las responsabilidades, que envilece a la persona humana, y mucho más la muerte de un ser inerme e inocente, nunca podrán traer felicidad o paz. En efecto, ¿cómo es posible pretender conseguir la paz, el desarrollo integral de los pueblos o la misma salvaguardia del ambiente, sin que sea tutelado el derecho a la vida de los más débiles, empezando por los que aún no han nacido? Cada agresión a la vida, especialmente en su origen, provoca inevitablemente daños irreparables al desarrollo, a la paz, al ambiente. Tampoco es justo codificar de manera subrepticia falsos derechos o libertades, que, basados en una visión reductiva y relativista del ser humano, y mediante el uso hábil de expresiones ambiguas encaminadas a favorecer un pretendido derecho al aborto y a la eutanasia, amenazan el derecho fundamental a la vida…
(Extracto) MENSAJE DE SU SANTIDAD BENEDICTO XVI PARA LA CELEBRACIÓN DE LA
XLVI JORNADA MUNDIAL DE LA PAZ -1 DE ENERO DE 2013